sábado, 30 de junio de 2012

Relaciones sin sentido común



Una de las cosas que trato de dejar atrás son los planteos. Todo el tiempo nos cuestionamos el por qué de todo. Es parte de nuestra esencia finita y no lo niego, pero satura, a mi me satura.



Desde que tengo uso de razón, varias personas me indagaron acerca de mi comportamiento y mis vínculos hacia ellos.



El sentido común plantea una especie de manual de buen comportamiento, de cómo ser buen hijo, buen amigo, buen garche, buen samaritano y toda la verga.



No quiero decir que no me rija bajo esos parámetros a veces  y no es que tenga un deseo de rebeldía adolescente. Muchas veces me gana el sentido de responsabilidad de tener que representar ese personaje ideal, o a veces me sale natural, que se yo... cuestión de modales, educación, madurez, costumbre, o lo que sea que nos lleva a actuar de determinada forma.



Antes usaba una frase hecha que considera eficiente para no tener que dar demasiadas explicaciones: "Yo soy así. Si no te gusta, jodete". Bastante cuadrada y necia explicación. No somos así porque el destino, Dios y los astros lo desean, ni como decían en mi colegio de la "vocación", "mandato" o "voluntad", que es bastante pelotudo.



Me comportaba así porque así crecí, y seguramente hay una gran influencia de todo y de todos. Pero ahora que puedo o trato de hacerme cargo, digo que me comporto así porque decido hacerlo. Y cuando no decido es porque me ganan las pulsiones, porque me corre sangre, y las contradicciones internas son jodidas.



Como hijo siento que estoy idealizado a falta de experiencia directa. Se supone que uno debe atender el teléfono siempre con buena disposición y alegría. O la distancia establece que obligatoriamente tengo que tener alguna anécdota para contar.



Como amigo, la norma establece que debo mantener una periodicidad en el contacto. Desaparecer un tiempo es egoísta, y tengo que simular interés frente a cosas que pueden o no interesarme. Debo cumplir compromisos para no ser descortez.



Los que me conocen saben que me manejo ante esas dualidades. No vivo pensando que el manual social es erróneo y yo tengo la biblia. Solo creo que ante las decisiones de cada uno, de mi mismo, que se suponen no afectan a nadie más que a mí y mi vida (se supone) no habría que juzgar.



Acepto las críticas, no estoy cegado ante mi propia pelotudez, reconozco mis errores, me arrepiento y tengo ganas de cambiar. Pero no rompan las pelotas. Lidien con ustedes mismos, las relaciones vendrán por sí solas. Yo las tengo, y puedo asegurarles que todos y cada uno de los vínculos que establezco, son sinceros. 




Y a esas personas las amo, porque saben comprender las relaciones sin sentido común, no necesitan racionalizar nuestra unión.


Gracias a todos ellos!




El riesgo de creCer especiales




Mis iniciales coinciden con las de Alexander Supertramp. Con los años fui percibiendome Super Apple.


Podría frustrar mis esperanzas infantes no encontrarme en la cima del mundo y gritando quien soy.


Lo que debería ser se sustenta en bastantes proyecciones. Y no pretendo vivir del existencialismo, que los diccionarios se encarguen de definirme. En fin.


Soy de esos que crecieron especiales. En realidad, de aquellos que escuchan serlo antes de siquiera descubrirse. Yo solamente estaba creciendo, pero el mundo de los adultos te presiona a ir creyendo.


Y por momentos lo creí. Distintas personas pasaron por mi vida otorgándome ese peso y haciéndome lidiar con la responsabilidad de tener que serlo.


Con el correr de los años, y a medida que pude comprender esa etiqueta, pude entender que se trataba de ellos y no de mi.


En mi vida adulta, puedo ponerme en sus zapatos (bastante incómodos por cierto) y ver pasar centenares de personas monótonas y rígidas una y otra vez, hasta el punto de no percibirlas de manera individual. Hasta que de pronto una de ellas decide no optar por el camino en que van todas, y es en ese momento cuando digo: "Ahí estás, sos especial, sos diferente".


Seguramente el señor o señora especial me sonría, me diga gracias, lo piense un rato o no lo piense nada y siga su camino enfrentándose a la manada. Y ahí es cuando percibo que no es el y su vida, sino que soy yo y la mía. Mis propias experiencias, mi propia realidad y mis decisiones son las que me llevan a vislumbrar al otro de esa manera.


Opto por pensar que estamos muy cegados creyendo que nuestra realidad es LA realidad. Pero si nos detenemos a observar que en otro momento y en otro lugar, miles de personas caminan contra la corriente, veremos que el significado de lo "especial" no difiere de lo "común".


Podés creer serlo, podés querer serlo, podés querer mostrarlo, pero somos millones y millones de seres "especiales", uno al lado del otro ostentando nuestro brillo (ejem!) y lustrandonos por cierto. 


Yo decido pensar en la igualdad, y que todo está configurado en base a elecciones. La libertad nos hace iguales, nos hace diferentes al elegir, pero nunca especiales.


El riesgo es creer demasiado, o crecer demasiado.